Alberto Ladomega conoce todos los secretos del Ecoparque El Juncaral. De un modo u otro ha estado vinculado a este emblema de Villanúa desde su apertura en 2009. Ahora, como coordinador, se muestra optimista con el futuro del Parque porque defiende “que se trata de un lugar diferente a otras instalaciones similares que han surgido en los últimos años en el Pirineo. Sigue siendo el más auténtico”. Este año se ha recuperado el circuito de canoas, que es una de las actividades más demandadas, y se ha ampliado la zona de arborismo para los más pequeños, hasta el punto de que podríamos hablar de un mini parque dentro del gran Parque. En su cabeza bullen nuevas ideas para mejorar y ampliar la oferta del Ecoparque y atraer a un nuevo publico que, asegura, “se irá siempre con la sensación de haber pasado un rato divertido”.
¿Qué novedades presenta este verano el Ecoparque?
Retomamos la actividad de las canoas tal y como se ha desarrollado siempre tras los problemas que tuvimos el pasado año, y que nos obligaron a trasladarla temporalmente al lago. Es una gran noticia porque las canoas es la segunda actividad más demandada del parque. Hemos logrado recuperar el canal y ahora está precioso, como nunca. Le está encantando a la gente.
También habéis ampliado la zona de arborismo destinada a los más pequeños…
Ya teníamos un parque infantil, pero con las nuevas incorporaciones ya podemos llamarle a este espacio “Arborismo infantil”, dado que ahora es un circuito de doce juegos a ras de suelo y sin necesidad de arnés. Es una novedad importante para los más pequeños que quieren aproximarse por primera vez al arborismo.
¿Cuál es el perfil medio del visitante del Ecoparque?
Los perfiles son muchos porque tenemos una amplia gama de actividades. Y queremos buscar todos los perfiles. Pero el más habitual es ese montañero que viene al Pirineo desde hace muchos años y quiere acercar la montaña a sus hijos pequeños. El Ecoparque sería como su primera aproximación al montañismo porque las actividades de arborismo se pueden ver como un primer acercamiento a las vias ferratas, o el uso de los arneses, que de mayores utilizarán en la escalada, o las canoas como primera experiencia próxima al rafting…
Tú trabajas en el Ecoparque desde su apertura hace ahora 15 años. ¿Cómo ha cambiado el cliente en este tiempo?
Nosotros somos un parque de primera generación en normativa de instalación, eso significa que somos un parque con mosquetones simples, donde el cliente es el que se auto asegura. Esto supone que a quien viene le gusta colaborar en su seguridad y también le atrae una pequeña dosis de aventura, de adrenalina. En los nuevos parques la seguridad es total y no interviene el usuario, por lo tanto, no hay margen para esa chispa de adrenalina que buscan muchos.
El Vivero ha sido la última gran incorporación…
Fue una apuesta que iniciamos con mucha prudencia porque el centro neurálgico del parque está en la zona de las tirolinas. Pero queríamos crear un sector destinado al público infantil que permitiera también a muchos padres prolongar durante la tarde su estancia en El Juncaral. Por eso creamos una zona de bar/restaurante y los sábados los conciertos del festival La Selva Sonora. Ha sido un éxito.
¿Cómo le explicarías a alguien que jamás ha estado en el Ecoparque qué es lo que va a encontrar aquí?
Es sinónimo de diversión y aventura. La amplia gama de actividades que ofrecemos es una apuesta segura, así como la diversión. El rango de edad alcanza a todo el mundo, desde los 3 años hasta la edad que uno quiera. Familias, parejas, amigos… da igual cuál es tu perfil porque si pasas por aquí seguro que vas a disfrutar y te vas a ir con una sonrisa.