Villanúa

VILLANÚA, TRADICIÓN Y MODERNIDAD

Al pie del mítico Collarada (2.886 m), se extiende en una extensa llanura el núcleo antiguo de Villanúa, que se distingue bien del nuevo casco urbano, compuesto por modernas urbanizaciones que muestran el impulso turístico que experimenta la localidad desde hace décadas.

Tradición y modernidad conviven en Villanúa: su tradicional economía agrícola y ganadera ha ido dando paso a una economía basada en el sector servicios y una dinámica vida cultural y deportiva. Villanúa está ubicada en un enclave privilegiado, rodeada de bosques y montañas pirenaicas.

Desde Peña Caída al Juncaral el río Aragón, con su cortejo de bosquetes de ribera, parte en dos el término municipal. Por la orilla derecha, bajando de Canfranc hacia Jaca, la carretera de Francia articula las modernas urbanizaciones separadas todavía por la antigua aldea de Aruej, tristemente abandonada, como su iglesia románica y su torre señorial. Es en esta orilla donde el término, que dibuja extraños entrantes y salientes, incluye los montes de Gabardito, la Sayeta y Torondón, profusamente reforestados gracias a la naturaleza o por la mano del hombre.

Collarada serpentea la parte septentrional del término, con sus faldas superiores destinadas a pastos (el Borreguil, los Cubilares, los Campanales, etc.) y la base cubierta de espesos bosques (los Azús, el Achar, la Selva, etc.). Por la orilla izquierda del Aragón serpentea el viejo Camino de Santiago hasta el antiguo puente de Villanúa. En sus proximidades, por el histórico sendero empedrado, se accede a la cueva llamada de las Güixas, espectacular formación geológica acondicionada para las visitas turísticas, y en tiempos refugio del hombre prehistórico.

Casco Histórico

El casco histórico de Villanúa, rodeado de prados y modernas construcciones, muestra algún detalle de arquitectura popular, y en su iglesia de San Esteban se guardan tallas medievales y retablos barrocos.

Aldea abandonada de Cenarbe

Al sur del término está Cenarbe, pequeña aldea perteneciente a Villanúa, abandonada por sus habitantes y devorada por el tiempo y la vegetación. Todavía se reconocen las ruinas de su iglesia parroquial de San Pedro y de las casas que conformaron la aldea. Aquí el visitante se sumerge en un ambiente de silencio y desolación propio de todo pueblo deshabitado y huérfano de vida.

Viaducto de Cenarbe

El viaducto de Cenarbe es una de las obras arquitectónicas más relevantes que fue necesario construir para la Línea Internacional de Ferrocarril Pau-Canfranc-Zaragoza. A medio camino entre Villanúa y Castiello de Jaca, destaca la calidad de su construcción, su elegancia arquitectónica y su estratégica funcionalidad. 

El casco antiguo de Villanúa

 La “Casa Aragonesa” es lugar de tradición y costumbre

En Aragón, de forma general y en especial en el Pirineo, hablar de una “Casa” no es solo hablar del inmueble, del edificio. Según nuestro derecho foral, los usos y costumbres, una “Casa” equivale a una unidad familiar, que llegaba más lejos del parentesco. Era al mismo tiempo una unidad económica, social y mucho más.

El Cartulario de Santa Cruz de la Serós recoge el primer vestigio del núcleo de población de Villanúa el 26 de marzo del año 992. El documento narra la existencia del actual núcleo y cuenta la repoblación con habitantes bearneses que registró la localidad en el siglo IX. Actualmente, todavía quedan apellidos de origen francés entre los vecinos.


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Las calles del casco viejo se articulan en torno a la plaza Mayor y la Plaza Pequeña o de la Fuente. Las casas tradicionales de Villanúa se construían en piedra con tejados de teja, losa o pizarra. Todavía hoy se observan algunos escudos de las familias en la fachada de varias de ellas. Apellidos, motes, sobrenombres, gentilicios, derivados de oficios, descriptivos, etc. perviven hasta nuestros días dando nombre a estas casas.

Iglesia de San Esteban

Aunque de origen románico (siglo XII), la iglesia de San Esteban de Villanúa, sufrió grandes remodelaciones posteriores. Del templo original se conserva el muro que sirvió de portada con canecillos en su parte superior. En el siglo XVIII fue sometido a una reforma integral que configuró su aspecto actual. Consta de una nave principal de mayores dimensiones y una lateral, separadas por un pilar en el que apean arcos rebajados.

En el lado norte, casi a modo de tercera nave, se abren dos capillas rectangulares. Cabe resaltar el pequeño pórtico del lado sur que cubre la portada que da acceso al templo. La dotación artística de la iglesia es variada y de gran valor. El retablo mayor, dedicado a San Esteban, es una obra escultórica de principios del siglo XVII que sigue los criterios artísticos de los talleres de escultura romanista de Sangüesa. Se estructura en banco, cuerpo de tres calles y ático.

La pieza más antigua conservada en la iglesia es la talla románica de Nuestra Señora de los Ángeles, procedente de la desaparecida capilla homónima del cementerio de la localidad. Data de entre finales del siglo XI y comienzos del XII, representa a la Virgen como Trono de la Sabiduría y conserva su policromía original. 

"Domingo Buesa relaciona esta imagen con el impulso que aportó la comunidad de monjas de Santa Cruz de la Serós en relación con el culto mariano y la sitúa con una gran probabilidad como la más antigua muestra de la imaginería marianarománica en el reino de Aragón".

Otra pieza relevante es el retablo del Santo Cristo que alberga la magnífica talla de la crucifixión. En el templo se conservan también otras obras barrocas de relevancia, como el retablo de Santa Orosia, con una cuidada pintura que representa el martirio de la santa. De mayor calidad es el lienzo que preside el retablo de la Inmaculada Concepción, realizado a mediados del siglo XVII. El testero de la nave lateral está decorado con el retablo de la Virgen del Pilar del siglo XVIII.

Puente Medieval de Villanúa

Ordenado construir en el año 1100 por Pedro I para facilitar el tránsito en el Camino de Santiago, este puente medieval aprovechó los cimientos romanos de una pasarela anterior. Fue durante siglos la única entrada al centro urbano de la localidad y, en la Edad Media, la principal fuente de ingresos del municipio, puesto que tanto personas como animales tenían que pagar peaje al cruzar.

Hasta la construcción de la nueva pasarela, ubicada en la actual área de descanso, esta ha sido la única entrada al centro urbano de la localidad. Algo que obligó a acondicionar la estructura del puente para al paso de vehículos. Hasta el siglo XIX, además, hubo otro puente de madera junto a la actual presa, que la obra de la nueva carretera destruyó.

En la actualidad, es el acceso Norte al casco histórico de Villanúa. En el muro restante todavía se conservan dos losas con inscripciones.

La herencia de los dólmenes de Villanúa

El municipio de Villanúa esconde verdaderas joyas histórico-artísticas que encierran mucha historia. En las siguientes líneas te contamos un poco más sobre cada una de ellas.

El conjunto dolménico de Villanúa destaca por su importancia. Está formado por tres dólmenes ubicados en un radio de 7km, conocidos entre los más completos de los aragoneses. Estos dólmenes han sido reutilizados durante siglos por los diferentes pobladores del valle, sirviendo en muchas ocasiones de refugio; sus excavaciones no dieron ningún resultado positivo.

¿Qué son los dólmenes?

La palabra dolmen procede del bajo bretón y significa “mesa de piedra”.

Los dólmenes son tumbas de inhumación colectiva, en los que se practicaron sucesivos enterramientos a lo largo del tiempo. Pese a que no existen pruebas directas para el establecimiento de cronología de los dólmenes aragoneses, por comparación con los de territorios más cercanos y similar tipología, se les puede otorgar una datación neolítica, de principios del III Milenio a.C. y posterior. En Aragón predomina la tipología de dolmen simple, construidos con las piedras del terreno más cercano (caliza, arenisca o conglomerado).

Dólmen de letranz​

En la vertiente sur del Collarada, junto a la pista forestal de acceso a los refugios de la Espata y de la Trapa, a 2 kilómetros del pueblo, consiste en una pequeña cámara de cuatro losas, abierta al sur-sureste, y con cubierta de 1,75 por 1,50 m.; no se aprecia el túmulo, estando el monumento encajado en una tapia que separa dos campos.

Fue excavado en 1974 por el Dr. Vicente Baldellou y se encontraron fragmentos de cerámica moderna y huesos -el único en el que se han encontrado restos en sus excavaciones-, evidenciando así la utilización de estas construcciones a lo largo de los siglos.

Dólmen de Diezcapanas​

La zona en la que se ubica se denomina Diezcapanas (=10 cabañas), 10 cabañas en aragonés, de lo que podemos deducir que antiguamente había cabañas de pastores cerca del precioso paraje donde está construido. También es llamado dolmen de las Tres Peñas. Tanto este dolmen como otras construcciones de piedra cercanas eran utilizadas como cobijo por los pastores. Fue dado a conocer por el Dr. Baldellou en 1975.

Mucho más alejado del casco de la población, hacia el sur-suroeste de la misma, tiene un recinto, algo mayor que el anterior, que ha sido completado y reforzado por una pared de piedra seca para hacerle servir de eficaz refugio; conserva también la cubierta, que se apoya sobre sus dos ortostatos (lajas verticales).

Dólmen de las Güixas​

El más importante y completo de los dólmenes de Villanúa y uno de los mejores conservados del Alto Aragón, también llamado Caseta de las Guixas. Se encuentra en un prado cercano al casco urbano de la localidad, junto al Camino de Santiago y tiene más de 6.000 años.

De los hasta ahora explorados posee la cámara de mayores dimensiones y más completa. Es de planta rectangular, de más de dos metros de longitud y conserva la cubierta y el enlosado que, tras las excavaciones efectuadas en 1976, fue alevosamente levantado por los tristes buscadores de despojos para satisfacción de morbos particulares.

Esta cámara se inserta en un magnífico galgal de más de 11 metros de diámetro, casi completo en su altura, que llega a la cubierta cameral y está ligeramente modificado por uno de sus lados en donde las piedras han sido retrotraídas hasta formar una tapia.

La Fuente del Paco

El refugio y merendero de la Fuente El Paco, nombre que se refiere al lugar sombrío dónde se ubica, es uno de los lugares más característicos del término municipal de Villanúa. Para acceder hasta él hay que caminar por la Avenida de la Selva -pista que sube hacia la Espata y la Trapa– y en la primera curva tomar un sendero perfectamente señalizado que se interna en el bosque.

El sendero en principio es bastante pedregoso, pero luego se torna más cómodo; los primeros metros son los más exigentes. Durante todo el recorrido encontraremos el sendero marcado e iremos ganando altura, pero con menos pendiente. En la etapa final la ruta se convierte en una agradable pista que aproximadamente en una hora nos lleva hasta el área de la Fuente del Paco. Allí nos encontraremos con un refugio, un merendero y la fuente, que nos proveerá agua fresca y natural, pero que en años cálidos se puede llegar a secar. 

En los últimos años, se ha incorporado al entorno, gracias a la acción de un grupo de personas vinculadas con Villanúa, unas esculturas de madera: un tótem representando la naturaleza y un banco realizado a partir del tronco de un árbol del entorno. Para regresar se puede escoger el camino inverso a Villanúa o hacerlo en forma circular tomando la pista que va desde la Fuente del Paco hacia la Trapa. En días soleados con niños, la vuelta por la pista se puede hacer demasiado larga, pero en ella descubriremos uno de los dólmenes de Villanúa, en este caso el de Letranz, y observar las vistas desde el mirador Las Espeñetas.

Las ermitas de Villanúa

El término municipal de Villanúa, y su entorno, conservan dos ermitas: la ermita de Santa María de Iguácel y la ermita de San Juan de Izuel.

Santa María de Iguácel

Es una joya del románico pleno aragonés tanto por sus características constructivas como por su conservación. Fue en su tiempo un importante monasterio muy vinculado a los primeros reyes aragoneses. Desde 1990 es reconocida como Bien de Interés Cultural (BIC) con la categoría de Monumento.

Acceso y visitas: Durante el periodo veraniego, la Asociación Sancho Ramírez de Jaca abre las puertas de la iglesia para su disfrute.

La construcción de Santa María de Iguácel fue ordenada por el entonces poderoso Conde Galindo y se data entre los años 1040 y 1050. Más tarde, el Conde lega Santa María a su hijo, Sancho Galíndez, que fue consejero de Ramiro I – primer rey de Aragón – y tutor de su hijo, Sancho Ramírez. 

Fue Sancho Ramírez, ya como rey, quien concede al monasterio de Santa María de Iguácel la cercana villa de Larrosa, lo que nos indica la importancia que tuvo el cenobio en la época.

La construcción de Santa María de Iguácel fue ordenada por el entonces poderoso Conde Galindo y se data entre los años 1040 y 1050. Más tarde, el Conde lega Santa María a su hijo, Sancho Galíndez, que fue consejero de Ramiro I – primer rey de Aragón – y tutor de su hijo, Sancho Ramírez. 

Fue Sancho Ramírez, ya como rey, quien concede al monasterio de Santa María de Iguácel la cercana villa de Larrosa, lo que nos indica la importancia que tuvo el cenobio en la época.

Sancho Ramírez, tras heredar Santa María, sometió a la iglesia a una remodelación siguiendo los gustos de la corte jaquesa. Se sustituyó la puerta Oeste por un pórtico jaqués con alero sostenido por canecillos y una importante inscripción bajo ellos, ya que data el final de las obras de remodelación de la iglesia, 1072. También se añadieron pares de columnas rematadas en capiteles en todas las ventanas y el interior del ábside se decoró con arquería ciega de cinco elementos, que dejó sin función a los ventanales originales. No data de entonces la torre cuadrangular, ya que se estima que fue construida entre los siglos XIII y XIV, y tampoco la decoración del ábside, que corresponde al siglo XV, destacada en la restauración llevada a cabo por la Asociación Sancho Ramírez de Jaca entre 1976 y 1982.

San Juan de Izuel

Por otro lado, la ermita de San Juan de Izuel es el único resto que ha pervivido hasta nuestros días del antiguo poblado de Izuel (Uxuel), del siglo XIII. Se trata de un pequeño templo construido en piedra. Su modesto interior expone unas pinturas murales que, aun siendo contemporáneas, logran dotar a la ermita de una atmósfera clerical. Por la festividad del día de San Juan – 24 de junio – se celebra una romería a la que acuden vecinos de Villanúa, Castiello de Jaca y Cenarbe.

Bardaruex (Valle de Aruej)

La historia de la parte alta del valle del Aragón

Lo que queda del poderoso Señorío de Aruex ━ el actual despoblado Aruej ━ se sitúa entre Villanúa y el Barrio de Santiago. Etimológicamente, el nombre tiene su origen en la palabra prerromana Arraugia / Arraugio, que significa torrente o arroyo, algo que tiene mucho sentido: justo encima de las ruinas del poblado fluye un pequeño arroyo que termina en un abrevadero.

Este poblado, hoy finca particular, es el asentamiento del alto valle del Aragón del que se tienen noticias más antiguas: la primera referencia histórica data del siglo VII, durante el reinado del rey navarro Sancho III el Mayor. En las “Crónicas visigodas de Toledo” se establece como función del Señor de Aruej (perteneciente a la nobleza pirenaica) el mantener abierta la calzada del Summo Porto romano, el Somport.

Cuatro siglos después – s. XI y XII – el Señorío de Aruej controla todavía la margen derecha del valle del Aragón, desde el puerto del Somport, pasando por los Arañones -hoy en día, Canfranc Estación-, Canfranc Pueblo y el pueblo de Aruej, hasta Castiello de Jaca, dando su nombre a toda la parte alta del valle: Bardaruex o Val d’Aruex, es decir, Valle de Aruej.

Estas tierras adquieren gran importancia en la Alta Edad Media, siendo su Señor el encargado de mantener el paso de peregrinos, gentes y mercancías por el Puerto del Somport. Es en esta época cuando se construye uno de los tres hospitales para peregrinos más importantes de toda la Cristianidad, el Hospital Santa Cristina de Somport (cuyas ruinas aún podemos ver en Candanchú). A partir de ese momento, la vía Tolosana (uno de los 4 itinerarios del Camino de Santiago que salen de Francia, atraviesan los Pirineos y se unen en Puente la Reina de Gares (Navarra) empieza a ganar popularidad y viandantes: estaba más o menos protegida de los bandidos y el Hospital daba cobijo y alimentos durante tres días a los peregrinos, además donde más lo necesitaban, justo después de haber cruzado el puerto del Somport.

Es también en la segunda mitad del siglo XI, o principios del XII, cuando se levantó en Aruej la iglesia parroquial de San Vicente Mártir, siguiendo los modelos estilísticos del románico jacetano. La iglesia conserva la planta original, rectangular y muy sencilla, de una sola nave y ábside semicircular orientado al este. En origen, la nave contaba con techumbre de madera a doble vertiente, como era habitual.

Tenemos constancia de que en el siglo XIV Blasco Asín y su hijo Sancho compran el Señorío de Acín, Larrosa e Iguácel, en el valle de la Garcipollera, y lo unen al Señorío de Aruej. También sabemos por los mismos documentos que Aruej contaba con un molino harinero. Blasco cede la mitad de esta importante instalación a su hijo.

Es en esta época cuando se construye en Aruej una torre defensiva de planta rectangular y de gran altura. El torreón está edificado sobre la base de otra torre del siglo XII, que contaba con tejado a dos aguas, y que conserva en sus fachadas saeteras. Seguramente para proteger esta porción del Camino de Santiago, llamado Camino Aragonés.

En 1440, el paso de peregrinos y mercancías por el Somport debía seguir siendo importante, tal y como demuestra el privilegio que otorgó la reina María de Castilla a los habitantes del pueblo de Canfranc, por el que el municipio tiene derecho de “rota” y “porta”, lo que significa que se trata de una zona franca y sin impuestos. A cambio de la exención de impuestos y el cobro de los derechos de peaje y aduana, los habitantes de Canfranc estaban obligados a vigilar y defender, además de mantener limpio, el camino a Somport.

El 30 de octubre de 1463 encontramos la capitulación matrimonial (AHPH, Sign. 8023, folio 72), de Blasco de Acín con Catalina Abarca (hija del Señor de Garcipollera). Aparece otra vez el mismo Blasco el 16 de octubre de 1489, tomando posesión del Señorío de Aruej con su jurisdicción civil y criminal (AHPH, Sign. 8884, folio 47). Ambos fueron padres de Gil, Blasco, Catalina y María de Acín Abarca (ésta última contrajo matrimonio con el notario García Bonet de Jaca). Los Acín, tenían su Casa-Palacio en Villanúa, cuyo edificio se cree que corresponde con la actual farmacia del pueblo.

Aparte de los mencionados más arriba, muchos indicios históricos tienden a demostrar la importancia de este poblado ahora en ruinas: los Señores de Aruej tuvieron jurisdicción parcial sobre Villanúa y su término municipal, quizá resto de unos derechos territoriales más amplios. En el s. XVII, se crea el Señorío de Aruex para defender militarmente esta parte del valle. La localidad contó con Ayuntamiento propio, a pesar de ser poco más que un caserío, hasta 1849, año en el que perdió su independencia en un proceso de racionalización administrativa que agrupó entidades menores en otras más grandes. Desde entonces pasa a formar parte del Ayuntamiento de Villanúa, junto con Cenarbe.

Hoy en día, el conjunto es de propiedad particular y se compone de varias casas solariegas, la torre fortificada del siglo XIV y la iglesia románica de San Vicente Mártir. Lamentablemente, el conjunto se encuentra en un avanzado estado de ruina. La Torre de Aruej está incluida dentro de la relación de castillos considerados Bienes de Interés Cultural (BIC), desde 2006

Viaducto de Cenarbe

El conocido popularmente como viaducto de Cenarbe (viaducto de San Juan) es una de las obras arquitectónicas civiles más relevantes que fue necesario construir para la Línea Internacional de Ferrocarril Pau-Canfranc-Zaragoza. Está situado en el término municipal de Villanúa, a medio camino entre esta localidad y Castiello de Jaca. La calidad de su construcción, su elegancia arquitectónica y su estratégica funcionalidad le hicieron una pieza determinante en el complejo trayecto que hubo que trazar para superar la abrupta orografía del valle.

El viaducto de Cenarbe se  inauguró el 24 de junio de 1916 aunque el primer tren lo atravesó tiempo después. Mide 357 metros de largo y 20 de alto, tiene 28 arcos y se sitúa en el kilómetro 12 de la sección entre Jaca y Arañones, entre los túneles 6 y 7 al sur y el 8 al norte. El perfil de S que dibuja su trazado sugiere la forma de un caracol, que es el nombre por el que se conoce la línea popularmente en este tramo. El viaducto se sitúa después de un túnel helicoidal construido para ganar altura antes de encarar el tramo más complejo del trayecto.

La vivienda de los ingenieros, que construyó la compañía para darles cobijo mientras duraba la obra, tenía una robusta barandilla de piedra en la balconada que reproducía miméticamente a pequeña escala los 28 arcos del viaducto.

Ermita de Cenarbe

Esta ermita, hoy en ruinas, tuvo su origen constructivo durante el siglo XII, en un sobrio edificio románico. De él se conserva, orientado al este y realizado en perfecta piedra sillar, el ábside sin ventanal, únicamente decorado por una imposta biselada que sirve de separación entre los muros verticales y las bóvedas tanto en el ábside como en el dilatado presbiterio que lo precede.

Se articula una triple nave con pilares cruciformes y arcos formeros y fajones. Las cubiertas no se conservan, dejando el templo a la intemperie y dando como resultado abundante vegetación en su interior.

La torre adosada al lado sur del presbiterio fue añadida durante la reforma de la ermita. En su base se ubicó la sacristía, conectada a través de un amplio vano a la nave principal, hoy día con evidentes fisuras que ponen en peligro la estabilidad del presbiterio y, en consecuencia, de la torre adosada al mismo.

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