Cuenta Sandra Delaporte (Madrid, 1995), que un día cogió el mapa de España y puso el dedo a boleo en el punto exacto donde se ubica Villanúa. Buscaba una salida urgente a una crisis existencial en la que la caótica vida de la gran ciudad tenía mucha culpa. “Fue un momento de lucidez que me salvó la vida” ha explicado en más de una ocasión. Han pasado casi dos años y Sandra se expresa y siente como una vecina de Villanúa, a la que se refiere constantemente como “mi pueblo”. La mitad de Delaporte, el aclamado dúo de música electrónica que acaba de publicar su nuevo álbum “Déjate caer”, vive largas temporadas en Villanúa, siempre que no tiene conciertos o gira, y se ha hecho con naturalidad a los ritmos de vida, hábitos y costumbres de la vida rural. Aquí es Sandra, “la cantante”, sin más. Y en la conversación se refiere a Anchel, Isa, Gema o Meme como si fueran sus amigos de toda la vida. “Nunca me he sentido en Villanúauna forastera”, asegura.
¿Por qué elegiste Villanúa?
Buscaba un lugar que estuviera lo más lejos posible de Madrid y lo más cerca de la nieve, del invierno y del frío porque no me gusta el calor. A nivel práctico buscaba también un sitio que tuviera un AVE cerca. Elegí Villanúa casi a dedo porque estuve buscando varios lugares. Conocía bien Benasque, había vivido ya seis meses en Biescas, pero este valle me llamaba más la atención porque lo veía algo menos turístico.
¿Qué has encontrado en Villanúa?
He encontrado un lugar en el que recuperarme. Paradójicamente iba buscando más soledad cuando me mudé aquí hace casi dos años. Buscaba alejarme de la ciudad, de la exposición pública, pero al final he encontrado en Villanúa un lugar que es bastante pueblo, pese a que es muy turístico, pero que no es una sociedad cerrada como puede suceder en otros lugares pequeños. Me han acogido desde el primer día. No me he sentido como una forastera y creo que es porque hay mucha gente viviendo aquí que ha venido buscando lo mismo. Desde el minuto 1 he encontrado a gente muy bonita que me ha abierto los brazos no por quién soy sino porque sí, porque vivo aquí. He encontrado mucha amabilidad.
¿Qué expectativas tenías?
Teniendo en cuenta que las ciudades me provocan ataques de ansiedad cuando paso demasiado tiempo, sabía que o elegía esta vida o en Madrid lo iba a pasar mal a nivel de salud mental. No era una opción quedarme en la ciudad. Lo que me ofrece una ciudad en oportunidades laborales y culturales no compensa el nivel de ansiedad y de soledad no elegida que sentía allá. En la ciudad hay mucha gente, pero mucha individualidad; es muy fácil sentirse sola, mientras que en Villanúa jamás me he sentido sola. La ciudad es un entorno mucho más hostil para vivir. Aquí se me pincha una rueda o tengo cualquier problema y sé que todos me van a ayudar. Puedo salir a comprar y regresar a las cinco horas porque me he encontrado amigos que estaban tomando un vermut y me he quedado con ellos… esto es vivir sabiamente. Aquí he encontrado un lugar para estar en paz.

¿Te acuerdas cómo fue tu primer día aquí?
Me acuerdo de las primeras fiestas, que nadie sabía quién era y estaba completamente sola. Venía de estar de gira todo el verano y me encuentro el pueblo en fiestas. Yo, claro, salí y un día aparece Rubén y me pregunta: ¿Y tú guapina de quién eres? (Risas). Luego me invitaron a casa de Diego y Pablo, ahí en el lugar que tienen para reunirse con la cuadrilla; estuve con todos, todos majísimos. Y ya empecé a conocer a un montón de gente.
¿Cómo convive Delaporte con Sandra?
Al principio fue difícil porque mi sello discográfico tenía miedo de que yéndome a la otra punta de España afectara a mi carrera. Pero entendieron que o me iba o dejaba la música porque no era sostenible mi estilo de vida de hace dos o tres años en Madrid. Tomé una decisión incluso asumiendo que afectara a mi carrera, pero llegó un punto en el que me daba igual. Todos los discos que han salido desde el año pasado, todos los proyectos, hasta un libro que estoy escribiendo, todos han surgido en esta casa en Villanúa. Lo cual quiere decir que el alma se encuentra en paz y tranquila, con tiempo suficiente para honrar esa creatividad. Es verdad que los fines de semana estoy de gira, pero lo llevo bien, porque me he dado cuenta de que he encontrado un equilibrio entre esa locura y la cercanía y tranquilidad que siento en Villanúa.
¿Sientes que Villanúa te ha cambiado como artista, como creadora, como mujer y como ser humano?
Siempre he tenido una relación muy fuerte con la naturaleza y aquí he sentido que me abrazaba, que me acunaba. Y esto me da mucho sosiego. En Villanúa he descubierto que la soledad no es ningún monstruo, es el marco donde puedes crecer y crear mucho. Y al mismo tiempo, la amabilidad que hay aquí, el hecho de que en verano esté más animado, que haya gente, que haya mercadillos… eso me da mucha vida y me une mucho a la gente porque me hace sentirme parte de una comunidad. En Villanúa el corazón se me ha vuelto calentito, y ese amor que siento aquí se transmite indudablemente en mis canciones.